Mi boca está llena de orugas
de espinas de pescado
de monedas oxidadas
de viejos amuletos de yeso
de comida pasada
de pedazos de lacre
de tejas quebradas
de preservativos usados.
Mi boca está llena de urinarios
de saxofones rotos
de calcetines raídos
de minuteros cansados
de escalones de goma
de trenzas sin lavar
de botellas trituradas
de ratas en almíbar.
Casi asfixiado
al borde de la locura
permanezco indeciso
entre el tragar y el vómito.